«No es necesario saber escribir para ser/hacerse Copywriter», es lo que suelen aventar -así, sin más- ciertos conocidos ‘gurús’ (ponele que lo sean) del Copywriting, como primera estrategia de endulzamiento dirigida a vender sus, en general, poco asequibles programas/talleres/cursos de Copywriting en línea.
Te lo voy a decir de entrada: sí, claro que hay que saber escribir para hacerse Copywriter. Es solo que la habilidad o aptitud hay que trabajarla, desarrollarla, pulirla.
Quizás porque vengo un poco cansada de toparme con estos métodos agresivos de ventas -es que, en serio, casi toda esta gente maneja el mismo discurso que, buscando la persuasión, muchas veces termina siendo molesto y plagado de fuertes incorrecciones conceptuales de base-, acabé pensando en gente que sí que le sabía a escribir y sí que era disruptiva, propositiva y abierta a ir más allá de las formalidades.
Pero antes de hablarte de ellos, quiero ponerte un poquito en contexto: hubo un tiempo en el que el dadaísmo, primero, y el surrealismo, después, consideraban -entre otras cosas- que había que llegar a cierto grado de ‘inspiración’ (¿qué es la inspiración?) en la que el subconsciente aflorara sin prejuicios para, por ejemplo, escribir automáticamente sin restricciones (de ortografía, coherencia, etc.) y lograr una escritura libre y verdadera. A este estado se podía llegar bajo el efecto de ciertas sustancias, del sueño, etc.
Ajá, pero esta propuesta ya venía con una falla en su concepto Por muy drogada o somnolienta que estuviera la persona, lo ‘automático’ se perdía en un punto básico: aquella tenía, sí o sí, que saber escribir. Si no, ¿cómo? Y la escritura implica operaciones cognitivas.
Y es ahí cuando el OuLiPo (l’OuLiPo) -« Ouvroir de Littérature Potencielle », Taller de Literatura Potencial- entró en acción con su propuesta: «aplicar la búsqueda de formas y de estructuras nuevas que podrán ser usadas por escritores como mejor les parezca».
Para conseguir esto, se concentraron, primero que nada, en un punto fundamental: combinar la escritura y las matemáticas. Y ello requería y requiere de un estado plenamente consciente, nada de «vamos a drogarnos para ser increíbles productores de textos».
El grupo vio su nacimiento en el año 1960, gracias a Raymond Queneau y François Le Lionnais.
Pero ellos no fueron sus únicos integrantes. Entre muchos otros, se puede mencionar a Jean Lescure, Jacques Duchateau o Georges Perec.
Precisamente, una de las genialidades por las que es reconocido internacionalmente Georges Perec es por su novela La disparition, en la que aplicó un ejercicio ‘oulipiano’: la escribió prescindiendo de la letra «e», que es la vocal más utilizada en la lengua francesa.
Porque de esto se trataba básicamente: de escribir bajo múltiples restricciones para crear infinitas posibilidades textuales.
Y aquí es donde te digo -al menos- 3 razones por las que l’Oulipo puede ayudarte a ganar fluidez en tus copies.
Al suponer restricciones de entrada, te ayudará a crear textos que exploren distintas posibilidades.
Al permitirte abordar varios puntos de vista para relatar una historia –storytelling-, evitarás encasillarte.
Al conducirte a formar una variedad importante de estructuras, podrás armar las que sean verdaderamente apropiadas para los mensajes que tus copies necesiten transmitir.
Para comenzar a poner en práctica estos ejercicios, te recomiendo un libro fundamental: seguro podrás encontrarlo en Amazon.
Para finalizar, un recordatorio. Estos autodenominados exitosos gurús del copy, quizás sean geniales vendiendo sus onerosos programas para gente desesperada, no digo que no, pero, repito: escribir, sí, hay que saber escribir… Así que a pulirte en el oficio, para hacerte un o una gran copy.
Porque, para correr, primero hay que saber caminar.